No enviado.

Y reconozco. Me enamoré.
Me perdí.
Me ilusioné.
Me desilusioné.
Sus manos,
su sonrisa,
su horrible cabello.
Su mirada descarada y coqueta; ésa con la que me hechizó.
Lo odio. Con todas mi fuerzas.
Es estrepitoso cada vez que sólo me escribe. Porque me escribe.
Ahora más de lo que nunca llegamos a hablar, sólo buscando un fin.
No quiere mañanas conmigo.
No quiere mis abrazos.
No quiere que le escuche.
No necesita escucharme.
Quiere que le dé las coordenadas a seguir para llegar a donde cualquiera puede saciar su sed de deseo.
Sólo eso. Y peor aún.
Le amo.
con cada centímetro de mi ser.
Sería imposible odiarlo si el amor que le tengo es igual a la fuerza gravitatoria de la luna y la tierra.
No hay palabras en el diccionario que puedan describir éste sentimiento que estremece cada bello de mi cuerpo.
Lo ocultaré!
Lo esconderé!
Lo enterraré!
De esa forma seguiré viviendo,
hasta que el tiempo pase y ésta agonía calme.
Los días.
Los años.
Las décadas.
Donde simplemente seremos una intersección de lineas finitas con diferentes direcciones.